9 de abril de 2007

El aborto de Chespirito

"Y ahora, ¿quién podrá defendernos?" Cuando alguien de la talla intelectual, ética y científica del Doctor Chapatín se opone al aborto con tan profundas y sesudas reflexiones, está todo decidido. No hay quien se oponga a los argumentos profundamente analíticos de Chespirito. ¿O sí?


Dejando de lado las chanzas, el aborto y su despenalización es un tema muy serio y que requiere pensar bien las cosas, sin recurrir a argumentos sensibleros, dignos de una telenovela y no de una razón jurídica.


La verdad sea dicha, la ciencia tampoco resuelve el problema, aunque sí nos proporciona ciertas pautas para abordarlo. Tampoco lo hace la religión. Nadie puede defendernos de tomar nuestra propia decisión y partido. Ni nadie debe intentarlo.


El hecho de fondo es que nadie ni nada puede solucionar el dilema que cada uno de nosotros, a título personal, enfrenta: ¿se debe permitir o no se debe permitir la interrupción voluntaria del embarazo?

Para bien o para mal, no hay respuestas universales, sólo concepciones personales: no todos comparten la postura del clero cristiano y sus grupos de presión, de la misma manera en que no todos comparten los principios de quienes están a favor de la despenalización.


Si no existe ese consenso básico, si no hay una respuesta categórica y definitiva; si cada cabeza es un mundo y cada mundo tiene su propia opinión y toma sus propias decisiones, afortunadamente; en fin, si esto es así, y lo es, ¿cómo se pretende prohibir o regular algo en lo que no estamos todos de acuerdo?


No se puede prohibir partiendo de un principio jurídico de indeterminación. La indeterminación es un principio esencial en física cuántica, pero no en el trabajo legislativo: las leyes deben estar cimentadas en certezas compartidas. No se puede penalizar lo que no se ha consensado como delito. Por lo tanto, hasta que la tipificación del aborto como un delito sea una certeza compartida por la sociedad, y no sólo por algunos sectores, tenemos la responsabilidad histórica de despenalizar la interrupción voluntaria del embarazo.

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