El 12 de octubre es un día de contradicciones. Aunque un tanto olvidado, hoy se celebra algo importante. Algunos hablan del descubrimiento de América; otros, del encuentro (o del choque incluso) de dos mundos; otros más, del día de la raza, y no falta quien encienda veladoras a la Virgn del Pilar. Pero no: busquemos debajo de esas superficies qué hay para celebrar hoy.
En este día, los ánimos se exacerban: el nacionalismo chauvinista latinoamericéntrico (y perdonen el neologismo) vuelca su odio contra los Europeos; el globalismo paternalista eurocéntrico, abre los brazos a las colonias explotadas.
Del lado eurocéntrico nos hablan del descubrimiento de América, un gran absurdo repetido en los libros de Historia de ambos lados del Atlántico.
A pesar de que, efectivamente, fue a partir del 12 de octubre de 1492 que los europeos comenzaron a colonizar y conquistar el "otro" continente, que en ese entonces se creyó parte de la India, no estaban descubriendo nada. Al parecer, algunos siglos atrás los vikingos habían topado con América. Y antes, los chinos.
Pero a ninguno de ellos cabe la distinción de haber descubierto por vez primera América: mucho antes, miles de años atrás, poblaciones aventureras, en su interminable recorrer el mundo, llegaron a este continente; si fue por Beringia o por Terranova, si fue un único grupo o fueron varios, no está del todo claro aún. Lo que está claro es que ellos sí que fueron los primeros en llegar a suelo americano.
Del lado americano, por el contrario, se dice que fue el encuentro de dos mundos; que América fue descubierta por los americanos (es decir, por los ancestros casi míticos de los pueblos originarios, no por los americanos de la canción de Alberto Cortez, aunque ellos así lo crean).
Sin embargo, tampoco sería justo decir que descubrieron América, aunque es verdad que fueron los primeros en hollar con su planta este suelo. Ellos son los ancestrosde los llamados "pueblos originarios", aunque se trata también de emigrantes y exiliados, que cruzaron "el charco" (cualquiera que sea el que hayan cruzado) para buscarse una vida mejor, o simplemente para seguir con vida; en última instancia, todos venimos de un mismo grupo de homínidos en África, de donde somos originarios todos.
En fin, que esos "emigrantes originarios" al parecer tampoco se preocupaban mucho de si era un nuevo continente o no, si estaba habitado por otros pueblos "más originarios" o si se trataba de un Nuevo Mundo no profanado por pie alguno. Así que tampoco se les puede atribuir el descubrimiento de América, pues América es un concepto que va más allá de lo geográfico, un concepto que se encuentra aún en plena construcción: llevamos más de diez mil años descubriendo América cada día.
Pero, volviendo al futuro, es decir adelantando los hechos de regreso hasta 1492, tampoco fue el encuentro de dos mundos, sea que entendamos el encuentro como mutuo descubrimiento o como choque sangriento. Se trata de una pobre conceptualización dada por una mala metáfora.
Habitantes somos todos de un único mundo: este precioso planeta azul (y verde) que nos da cobijo en la enorme red que tejemos todos los seres vivos. Hay incluso quien sostiene que el planeta entero es un único y gran ser vivo del que sólo somos una pequeña parte. Si bien esta idea (usualmente conocida como Hipótesis Gaia, aunque en español, tal vez, deberíamos decirle Gea) no es del todo aceptada, es un hecho que sólo tenemos un mundo que compartimos todos (y no sólo con nuestros hermanos de especie).
Siendo, como somos, descendientes todos de una única banda de homínidos en África, que se dispersó por el mundo entero (y no por diversos mundos o pedazos de un mundo), resulta absurdo hablar de un encuentro de mundos diferentes. La biología, al igual que la geografía y la historia, nos muestran que hoy tampoco celebramos el tan cacareado presunto encuentro ni choque de dos mundos: el Viejo Mundo (Europa) y el Nuevo Mundo (América). Más pareceido sería al re-encuentro de grupos hermanos.
Tampoco podemos, empero, decir que en esta fecha se celebre tal encuentro fraternal, como sostienen desde España quienes celebran el 12 de octubre el día de la hispanidad, ni, como se dice en Latinoamérica, el "día de la raza". Esto es otra reducción absurda, por dos razones. La primera, porque el encuentro no fue precisamente fraterno, sino que derivó en una serie de guerras e imposiciones que costaron mucha sangre a lo largo de varios siglos.
En segundo lugar, porque no existe tal cosa como la "raza": concepto anacrónico que hace referencia a una realidad inexistente, la raza es un sinsentido taxonómico dado que la clasificación biológica reconoce como unidad mínima de clasificación a la especie. Siendo todos de una misma especie (Homo sapiens), el añadido de subespecies y razas resulta en la inclusión abusiva de categorías innecesarias e inexistentes.
Y no entremos siquiera al análisis de los hechos biológicos mismos: la diversidad humana no forma grupos homogéneos y discontinuos que nos permitan hacer divisiones en la unidad de nuestra especie, ni en razas ni en subespecies ni, mucho menos, en especies distintas.
Tampoco podemos hablar, por el contrario, de una unidad cultural, ya que no biológica, que nos establecería separadamente del resto de las poblaciones de la especie. La pretendida hispanidad es un mito. Los países hispánicos europeos (España y Portugal) y sus colonias, que entre todos superamos los mil millones de individuos, no formamos una única "raza cultural", ni constituimos una gran hermandad alrededor de algunos rasgos ulturales, como vendrían a ser el habla española (o portuguesa) o la religión (católica en España, por decreto, que para eso asesinaron a muchos durante varias décadas de dictadura).
Quien tenga oportunidad de viajar por los países de la "hispanidad" podrá ver esas diferencias. Podrá darse cuenta de que Filipinas tiene más en común con sus vecinos no hispanos que con la "Madre Patria", o que en México se hablan decenas de lenguas además del español... ¡Vaya!, que ni siquiera en España se puede hablar de una hispanidad, a pesar del discurso centralista: en un país geográfica y demográficamente tan reducido se hablan varias lenguas y se demandan varias nacionalidades distintas.
Vamos, ¿qué tengo yo que ver, a nivel profundo y esencial, con el traidor Pinochet, que no tenga con Patrice Émery Lumumba, para considerarme de la misma "raza de víboras" del asesino y no del negro africano? ¿Qué es lo que me hace hermano del sanguinario Videla, pero no de Confucio? ¿Me puede alguien decir qué tengo en común con el dictador Francisco Franco (confutatis maledictis, como dijera W. A. Mozart, todos ellos criaturas despreciables) que me separa el Alma Grande (Mahatma) Mohandas Karamchad Gandhi? ¿Hispanidad, raza?
Y todvía hay quienes quieren que esta raza hispana inexistente se cobije bajo las faldas de una Virgen milagrosa. Según la tradición católica --y no todos los llamados hipanos del mundo son católicos, ni siquiera cristianos--, María (la pretendida madre virgen de Jesús, el presunto hijo encarnado del hipotético Dios padre), que al parecer a la sazón debía vivir en lo que hoy es Turquía junto con Juan, se le apareció sobre un pilar a Jacob (o sea, Santiago el Mayor), otro de los apóstoles, que se supone estaba predicando en la Hispania Citerior. Para no hacer este cuento más largo, Jacob continuó predicando por todo el sur de los Pirineos, hasta Gallaecia, y convirtió a Hispania al cristianismo, por lo que es el patrono de España.
La aparición de María, desde lo alto de su pilar, le pidió al apostol que construyera una basílica, allí mismo, en lo que hoy en día es Zaragoza (nombre, por cierto, proveniente de la mora Saraqusta que a su vez lo tomó de la romana Cesaraugusta; curiosidades: fue en el Imperio Romano que Cristo habría sido martirizado y su madre y apóstoles perseguidos, y Santiago Matamoros fue utilizado como símbolo en las guerras de la hispanidad católica contra el islam).
Esta presunta aparición habría tenido lugar el 2 de enero del año 39, según nuestra cuenta de años, no el 12 de octubre. Sin embargo, la Virgen del Pilar tiene tres celebraciones en el año: el 2 de enero, el 20 de mayo (que es la fiesta de su coronación) y, por supuesto, el 12 de octubre. ¿Y qué tiene que ver esta parrandera virgen con el avistamiento de tierra por parte de la expedición comandada por Cristobal Colón, el 12 de octubre de 1492? Pues lo mismo que las calabazas y el linóleo: nada. Pero, dado que se pretende que esta fecha sea la señalada para conmemorar la grandeza hispana (que llegó a lo que llegó estampando su pie sobre la sangre de los conquistados y esclavizados) y la Pilarica es la patrona de la hispanidad, pues vale: a celebrar hoy a la hispanidad y su virgen.
Y bueno, a final de cuentas, ¿qué se conmemora este día? Pues lo que a uno le de la gana, a fin de cuentas, que cada quien es libre de conmemorar lo que le salga de las narices. O de las orejas. Así sea un mito, una imprecisión histórica, un error taxonómico o un sisnsentido biológico o geográfico. Yo, por lo pronto, conmemoro ese río de sangre palpitante que nos une, ese hilo fino de vida. ¿Y qué mejor que leer hoy a Pedro Garfias y su "Entre España y México"?
En este día, los ánimos se exacerban: el nacionalismo chauvinista latinoamericéntrico (y perdonen el neologismo) vuelca su odio contra los Europeos; el globalismo paternalista eurocéntrico, abre los brazos a las colonias explotadas.
Del lado eurocéntrico nos hablan del descubrimiento de América, un gran absurdo repetido en los libros de Historia de ambos lados del Atlántico.
A pesar de que, efectivamente, fue a partir del 12 de octubre de 1492 que los europeos comenzaron a colonizar y conquistar el "otro" continente, que en ese entonces se creyó parte de la India, no estaban descubriendo nada. Al parecer, algunos siglos atrás los vikingos habían topado con América. Y antes, los chinos.
Pero a ninguno de ellos cabe la distinción de haber descubierto por vez primera América: mucho antes, miles de años atrás, poblaciones aventureras, en su interminable recorrer el mundo, llegaron a este continente; si fue por Beringia o por Terranova, si fue un único grupo o fueron varios, no está del todo claro aún. Lo que está claro es que ellos sí que fueron los primeros en llegar a suelo americano.
Del lado americano, por el contrario, se dice que fue el encuentro de dos mundos; que América fue descubierta por los americanos (es decir, por los ancestros casi míticos de los pueblos originarios, no por los americanos de la canción de Alberto Cortez, aunque ellos así lo crean).
Sin embargo, tampoco sería justo decir que descubrieron América, aunque es verdad que fueron los primeros en hollar con su planta este suelo. Ellos son los ancestrosde los llamados "pueblos originarios", aunque se trata también de emigrantes y exiliados, que cruzaron "el charco" (cualquiera que sea el que hayan cruzado) para buscarse una vida mejor, o simplemente para seguir con vida; en última instancia, todos venimos de un mismo grupo de homínidos en África, de donde somos originarios todos.
En fin, que esos "emigrantes originarios" al parecer tampoco se preocupaban mucho de si era un nuevo continente o no, si estaba habitado por otros pueblos "más originarios" o si se trataba de un Nuevo Mundo no profanado por pie alguno. Así que tampoco se les puede atribuir el descubrimiento de América, pues América es un concepto que va más allá de lo geográfico, un concepto que se encuentra aún en plena construcción: llevamos más de diez mil años descubriendo América cada día.
Pero, volviendo al futuro, es decir adelantando los hechos de regreso hasta 1492, tampoco fue el encuentro de dos mundos, sea que entendamos el encuentro como mutuo descubrimiento o como choque sangriento. Se trata de una pobre conceptualización dada por una mala metáfora.
Habitantes somos todos de un único mundo: este precioso planeta azul (y verde) que nos da cobijo en la enorme red que tejemos todos los seres vivos. Hay incluso quien sostiene que el planeta entero es un único y gran ser vivo del que sólo somos una pequeña parte. Si bien esta idea (usualmente conocida como Hipótesis Gaia, aunque en español, tal vez, deberíamos decirle Gea) no es del todo aceptada, es un hecho que sólo tenemos un mundo que compartimos todos (y no sólo con nuestros hermanos de especie).
Siendo, como somos, descendientes todos de una única banda de homínidos en África, que se dispersó por el mundo entero (y no por diversos mundos o pedazos de un mundo), resulta absurdo hablar de un encuentro de mundos diferentes. La biología, al igual que la geografía y la historia, nos muestran que hoy tampoco celebramos el tan cacareado presunto encuentro ni choque de dos mundos: el Viejo Mundo (Europa) y el Nuevo Mundo (América). Más pareceido sería al re-encuentro de grupos hermanos.
Tampoco podemos, empero, decir que en esta fecha se celebre tal encuentro fraternal, como sostienen desde España quienes celebran el 12 de octubre el día de la hispanidad, ni, como se dice en Latinoamérica, el "día de la raza". Esto es otra reducción absurda, por dos razones. La primera, porque el encuentro no fue precisamente fraterno, sino que derivó en una serie de guerras e imposiciones que costaron mucha sangre a lo largo de varios siglos.
En segundo lugar, porque no existe tal cosa como la "raza": concepto anacrónico que hace referencia a una realidad inexistente, la raza es un sinsentido taxonómico dado que la clasificación biológica reconoce como unidad mínima de clasificación a la especie. Siendo todos de una misma especie (Homo sapiens), el añadido de subespecies y razas resulta en la inclusión abusiva de categorías innecesarias e inexistentes.
Y no entremos siquiera al análisis de los hechos biológicos mismos: la diversidad humana no forma grupos homogéneos y discontinuos que nos permitan hacer divisiones en la unidad de nuestra especie, ni en razas ni en subespecies ni, mucho menos, en especies distintas.
Tampoco podemos hablar, por el contrario, de una unidad cultural, ya que no biológica, que nos establecería separadamente del resto de las poblaciones de la especie. La pretendida hispanidad es un mito. Los países hispánicos europeos (España y Portugal) y sus colonias, que entre todos superamos los mil millones de individuos, no formamos una única "raza cultural", ni constituimos una gran hermandad alrededor de algunos rasgos ulturales, como vendrían a ser el habla española (o portuguesa) o la religión (católica en España, por decreto, que para eso asesinaron a muchos durante varias décadas de dictadura).
Quien tenga oportunidad de viajar por los países de la "hispanidad" podrá ver esas diferencias. Podrá darse cuenta de que Filipinas tiene más en común con sus vecinos no hispanos que con la "Madre Patria", o que en México se hablan decenas de lenguas además del español... ¡Vaya!, que ni siquiera en España se puede hablar de una hispanidad, a pesar del discurso centralista: en un país geográfica y demográficamente tan reducido se hablan varias lenguas y se demandan varias nacionalidades distintas.
Vamos, ¿qué tengo yo que ver, a nivel profundo y esencial, con el traidor Pinochet, que no tenga con Patrice Émery Lumumba, para considerarme de la misma "raza de víboras" del asesino y no del negro africano? ¿Qué es lo que me hace hermano del sanguinario Videla, pero no de Confucio? ¿Me puede alguien decir qué tengo en común con el dictador Francisco Franco (confutatis maledictis, como dijera W. A. Mozart, todos ellos criaturas despreciables) que me separa el Alma Grande (Mahatma) Mohandas Karamchad Gandhi? ¿Hispanidad, raza?
Y todvía hay quienes quieren que esta raza hispana inexistente se cobije bajo las faldas de una Virgen milagrosa. Según la tradición católica --y no todos los llamados hipanos del mundo son católicos, ni siquiera cristianos--, María (la pretendida madre virgen de Jesús, el presunto hijo encarnado del hipotético Dios padre), que al parecer a la sazón debía vivir en lo que hoy es Turquía junto con Juan, se le apareció sobre un pilar a Jacob (o sea, Santiago el Mayor), otro de los apóstoles, que se supone estaba predicando en la Hispania Citerior. Para no hacer este cuento más largo, Jacob continuó predicando por todo el sur de los Pirineos, hasta Gallaecia, y convirtió a Hispania al cristianismo, por lo que es el patrono de España.
La aparición de María, desde lo alto de su pilar, le pidió al apostol que construyera una basílica, allí mismo, en lo que hoy en día es Zaragoza (nombre, por cierto, proveniente de la mora Saraqusta que a su vez lo tomó de la romana Cesaraugusta; curiosidades: fue en el Imperio Romano que Cristo habría sido martirizado y su madre y apóstoles perseguidos, y Santiago Matamoros fue utilizado como símbolo en las guerras de la hispanidad católica contra el islam).
Esta presunta aparición habría tenido lugar el 2 de enero del año 39, según nuestra cuenta de años, no el 12 de octubre. Sin embargo, la Virgen del Pilar tiene tres celebraciones en el año: el 2 de enero, el 20 de mayo (que es la fiesta de su coronación) y, por supuesto, el 12 de octubre. ¿Y qué tiene que ver esta parrandera virgen con el avistamiento de tierra por parte de la expedición comandada por Cristobal Colón, el 12 de octubre de 1492? Pues lo mismo que las calabazas y el linóleo: nada. Pero, dado que se pretende que esta fecha sea la señalada para conmemorar la grandeza hispana (que llegó a lo que llegó estampando su pie sobre la sangre de los conquistados y esclavizados) y la Pilarica es la patrona de la hispanidad, pues vale: a celebrar hoy a la hispanidad y su virgen.
Y bueno, a final de cuentas, ¿qué se conmemora este día? Pues lo que a uno le de la gana, a fin de cuentas, que cada quien es libre de conmemorar lo que le salga de las narices. O de las orejas. Así sea un mito, una imprecisión histórica, un error taxonómico o un sisnsentido biológico o geográfico. Yo, por lo pronto, conmemoro ese río de sangre palpitante que nos une, ese hilo fino de vida. ¿Y qué mejor que leer hoy a Pedro Garfias y su "Entre España y México"?
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