En estos días se presenta en México uno de los grandes músicos actuales: el intérprete y compositor bosnio (nacido en Sarajevo en 1950) Goran Brégovich (el nombre original, en caracteres cirílicos, es Горан Бреговић, que en español se pronuncia algo así como Brégovich, pero que debido a la influencia del monopolio gringo sobre casi todo lo que llega a los medios masivos de comunicación, se suele encontrar latinizado como Bregovic).
Se presentó esta noche (20:30) en el Teatro de la Ciudad (Donceles 36, en el centro de la Ciudad de México), en el marco del Festival de México en el Centro Histórico. El 23 de abril (19:30) en el Teatro Diana (16 de septiembre #710, en el centro de Guadalajara). El 25 de abril (20:00) en la Plaza de la Danza, en Oaxaca.
Si no pudiste llegar hoy a verlo en el Teatro de la Ciudad, no te preocupes: se volverá a presentar el 27 de abril (a las 18:00) en el Zócalo de la Cd. de México. Entrada gratuita. Nuevamente, en el Festival del Centro Histórico.
Los que tengan oportunidad de ir a escucharlo, vayan: vale la pena. Les recomiendo sobre todo sus “To Nie Ptak” y “Czardasz”.
"Czardasz" (que se pronuncia algo así como "chárdash" y en el húngaro original se escribe csárdás) es una danza tradicional húngara (que después se ha extendido a los países vecinos: la ex-Yugoslavia, Bulgaria, Polonia, Austria, Eslovaquia, Ucrania).
El nombre viene del húngaro csárda, que significa algo así como "hostería", "hostal" o "albergue", pues, efectivamente, era en esta clase de lugares (las hosterías, que antaño rentaban sitio para dormir, pero también expendían alimentos y bebidas) donde se acostumbraba bailar. Al parecer, las csárdás se originaron en el siglo XVIII a partir de otro baile: los verbunkos, la daza de los reclutadores, pues se interpretaba durante el reclutamiento (el gran compositor húngaro Béla Bartók --1881-1945--, por cierto, abre su obra "Contrastes" con un verbunkos).
Las csárdás se bailan en pareja, con movimientos laterales a derecha e izquierda, de manera acoplada especular (como espejo) realizando un pequeño círculo. Hay momentos de separación y momentos en que la mujer gira a gran velocidad. Esta danza es muy vistosa con el vestido rojo típico de falda amplia.
Usualmente las csárdás se componen en metro binario (2/4), aunque a veces se componen también en 4/4. Además, los compases se encuentran marcadamente sincopados (es decir, prolongando el sonido de la nota más débil a la más fuerte). Las csárdás abren con una introducción lenta y patética, llamada lassú, y terminan con un friss (que significa fresco) acelerado, desenfrenado diríamos. Por supuesto, hay variaciones sobre estos tiempos.
Las csárdás no sólo forman parte de la cultura popular. Estas danzas han sido adoptadas por grandes compositores, como Johannes Brahms (1833-1897), cuya "Danza húngara" es una csárdás; Piotr Ilích Tchaikovski (1840-1893) recurre también, en "El lago de los cisnes" (1877), a una csárdás: es la danza húngara del Anexo I del Acto III); Johann Strauss hijo (1825-1899), en “Il Pipistrello” (una opereta), o (probablemente la csárdás más reconocida de todas) Vittorio Monti (1868-1922), cuya única obra famosa es, precisamente, su csárdás.
Franz Liszt (1811-1886), otro compositor húngaro (cuyo nombre original es Liszt Ferenc), también escribió csárdás: "La Notte", obra que era una extensión de "Il Penseroso", era una pieza que Liszt reservó para su propio funeral, para recordar a su patria natal.
La csárdás de Goran Brégovich, para que se den una idea, la pueden escuchar en http://www.imeem.com/iskierka/music/hFc85tT2/goran_bregovic_czardasz/
Para los amantes del humor y la sátira, “El vampiro rumano” de Virulo, Alejandro García Villalón (La Habana, Cuba, 1955) es una csárdás. Lo pueden escuchar en YouTube: http://www.youtube.com/watch?v=f1FoLZWDmIQ
Y, para más curiosidad, aquí tienen la liga a la entrada de la
Wikipedia sobre las csárdás. Por supuesto, está en húngaro… De allí, por cierto, está tomada la imagen que adorna esta entrada.
2 comentarios:
Qué bueno que se vuelve a presentar el 27, tal vez así ¡¡sí vaya a poder ir, desde acá, con una fisura; y teniendo que estar de regreso, hasta acá, el 28!!
¡Qué mala onda, todo lo mejor pasa en el D.F.!
Afortunadamente aún muero más por el punchis y mis Beatles.
Y la cultura, siempre se agradece.
So gracias Flais!
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